La democracia depende de la gente, para así crear el tipo de cambio que queremos ver. Es un esfuerzo colectivo. Cuanta más gente participe en nuestra democracia, más fuerte se vuelve.
Con frecuencia le digo a la gente que lo opuesto a la democracia es la apatía: una sensación de impotencia, de que tu voz o tu voto no importarán. Cuando los líderes aceptan sobornos a cambio de favores políticos, destruyen la confianza de las personas a quienes representan. La gente pierde la fe. La corrupción fomenta la apatía.
Es por eso que he hecho un pilar de mi trabajo y mi campana el terminar con la corrupción. No recibo dinero de las corporaciones PAC, confío en el poder de los donantes de base para impulsar nuestro trabajo.
En Washington, lidero la lucha para transparentar el financiamiento de campañas y para hacer reformas éticas, poniendo así fin a la manipulación de las circunscripciones y protegiendo los derechos del votante. También estoy presionando para impedir que los miembros del Congreso y los senadores puedan comprar y negociar acciones individuales en la bolsa. Mereces saber que tus representantes electos velan por tus intereses, no por su cartera de acciones.