Es increíblemente honroso tener un trabajo cuya descripción está escrita en nuestra Constitución. Agradezco la oportunidad de hacerlo y la considero como una confianza casi sagrada. Por eso me indigno cuando se rompe esa confianza. Ya son demasiados estadounidenses que han perdido la fe en nuestra democracia, la confianza en los funcionarios electos y la fe en nuestra política.
Creo que hay una mejor manera. Creo que los funcionarios electos deben cumplir con los más altos estándares éticos posibles. Creo que debemos empoderar a las personas, no a los intereses especiales, y servir con humildad, no con arrogancia.
Tomo en serio la responsabilidad de proteger y defender nuestra Constitución, juré hacerlo varias veces. Durante estos cinco años sirviendo en el Congreso, he participado en la mitad de las votaciones de procesos de destitución de nuestro país, la quinta votación más larga entre los presidentes, el cierre gubernamental más largo, el ataque violento a nuestro Capitolio, el intento de derrocar al gobierno, y la primera destitución del presidente del congreso. Nunca debemos aceptar este caos como algo normal. Creo que podemos y debemos hacerlo mejor.
Aquellos que quieren dañar nuestra democracia no son rivales para quienes creemos en ella. Sin embargo, defender nuestra democracia requiere trabajo. Se necesitará un nuevo tipo de política: el tipo de política que he estado practicando desde que decidí ser candidato. Si queremos cambiar la trayectoria de nuestra nación debemos poner a la gente por delante de la política.
No podemos legislar escapando de la división política. Aquellos de nosotros que tenemos el privilegio de servir en Washington debemos predicar con el ejemplo. Sanaremos reconociendo la humanidad de cada uno, aceptando el debate y el disenso, pero sin recurrir a la violencia y al vituperio. Debemos realizar el arduo trabajo de superar las divisiones recordando los valores compartidos que nos unen como estadounidenses para defender nuestros ideales.
Juntos podemos seguir construyendo la promesa que caracteriza a los Estados Unidos: la promesa de que siempre estamos trabajando para dar un mejor futuro a la próxima generación.
Sé que estás realizando este trabajo junto a mí y estoy orgulloso de compartirlo contigo.